viernes, 11 de julio de 2008

Niña Mía

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Amor nuevo
Amor libre
en la noche ésta.

Libre
de palabras vacías.

Noche ésta,
que vive en mis ojos

Libre
de risas falsas.

Vida ésta
que despierta un soplo
de luz dormida.

Vida ésta;
vida mía.

Lágrimas
que sienten la primavera.

Brisa que fluye
por el mar de caricias.

Tiempo que vuela
y escapa del aire.

Azul y blanco
en el nuevo día.

Manantial que lanza
sépalos de alegría.

Amor nuevo.
Estrella de este día.

Niña ésta
Niña mía.

Muhaken

La Práctica Cotidiana

Es en la práctica cotidiana y vivida con la totalidad de uno mismo donde se realiza verdaderamente el Dharma y el verdadero espíritu de los Maestros. La manera de hacer es el punto esencial, el secreto del Zen. Si os contentáis con una comprensión intelectual vuestra experiencia en la Vía del Despertar será superficial y poco eficaz. Pero si comprendéis a través de una práctica regular y fiel de las acciones mínimas de la vida cotidiana de cada día, podréis comprender profundamente a través de todo el cuerpo, a través del espíritu completo y podréis progresar de manera natural.

Taisen Deshimaru Roshi
Maestro Zen

martes, 8 de julio de 2008

jueves, 3 de julio de 2008

He perdido

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He perdido la llave de mi amanecer.
La llave que canta un himno a la risa.
Mil puertas se cierran en la noche nublada
con un susurro de muelles calientes.

He perdido el día en que nací al amor;
al amor sin boca que lloraba de alegría.
Dos besos huyen de la suave pluma
que cae de los árboles necios que habitan en el mar.

He perdido la Navidad de mi alma joven;
mi alma que no busca ni anhela.
Tan solo se asoma al pozo de la gloria;
al son de antiguos paladines del cielo.

He perdido el aplauso y la risa;
la risa de un público que olvida
el círculo de nacimientos que brotan
en la morada del cantar y del gemir.

Me he perdido en un viejo laberinto.
Laberinto de roca y tierra azulada.
Laberinto con mil salidas;
laberinto cerrado.

Me he perdido viajando en mi casa
La casa de guerreros cobardes;
la casa de demonios virtuosos.

La casa... mi hogar...

Muhaken

El karma propio y el karma del enemigo

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La verdadera fuerza reside en el mundo espiritual y la verdadera fuerza de la defensa reside en protegerse contra el karma del enemigo. Si éste intenta daros muerte, la única elección es la vida o la muerte. Si sois débiles, podréis defender vuestro karma ni el de vuestro enemigo. Si sucumbís a su ataque, el enemigo es culpable y se convierte en asesino. Pero vosotros también habéis fallado, ya que por causa de vuestra debilidad le habéis permitido matar; su karma y el vuestro forman uno. Si el enemigo os ataca y lo matáis, sois vosotros quienes os convertís en asesinos.
El resultado es el mismo, una vida ha sido destruída. Poco importa quien se equivoca o acierta.
El enemigo es vuestra sombra. Vosotros y él no formáis sino una sola vida y matándole cometéis también un suicidio.
Vuestro deber es defenderos, defendiendo al enemigo.

Mitsuji Saotome
Maestro de Aikidô

martes, 1 de julio de 2008

Sanpai, el Kosmos se postra ante Sí Mismo

Uno de los momentos álgidos de la ceremonia Zen está a punto de tener lugar. El inkin se estremece aumentando rápidamente su cadencia y su intensidad. El poder de su aguda y simple melodía nos envuelve. Es el presagio de que la transformación está a punto de tener lugar; el augurio de que nuestro Verdadero Ser está dispuesto para sernos revelado con tanta nitidez y contundencia que elimine todo rastro de duda de nuestros corazones. Se trata del martillazo final de la forja y la fragua de nuestro espíritu en el horno alquímico de nuestra práctica del Dharma .

Y en el momento en que el inkin nos devuelve el contacto con un instante de eterno silencio, completamente disueltos en este trance experiencial, es cuando nos entregamos con toda nuestra energía a la práctica de Sanpai . Nada en el transcurso de la Ceremonia vuelve ya a ser lo mismo. Todo ha cambiado y, sin embargo, sigue sin haber nada nuevo bajo el sol. ¡Qué maravillosa paradoja!

¿Pero cuál es el sentido profundo y esotérico de la práctica de sanpai ? ¿Cuál es el misterioso poder que lo envuelve?

El kanji que designa "sanpai" está formado por dos ideogramas: "san", que en japonés representa al número tres; y "pai", o "hai ", que denota adoración o devoción y que en Occidente suele traducirse como "postración", en el sentido de "acto devocional". Por lo tanto, "sanpai " viene a traducirse como "tres actos devocionales" o "tres postraciones".

En la tradición zen, suelen realizarse tres postraciones en diferentes momentos de las ceremonias, de ahí el ideograma "san" que figura al principio del término; aunque, en algunos casos, también puede realizarse en número diferente, colocándose entonces delante de la partícula "pai ", o "hai ", el correspondiente prefijo indicativo del número de postraciones. Por ejemplo, el término " kyûhai " hace referencia a nueve postraciones.

Un término especialmente hermoso construido con el ideograma "pai " ("hai") es "raihai ". "Rai", o "rei", representa saludo ceremonial, inclinación, respeto, entrega, reconocimiento. Por ejemplo, "Butsu ni rei" (saludo al Buda). O una palabra muy utilizada en artes marciales, "zarei", saludo respetuoso desde la posición seiza . Por tanto " raihai " se puede traducir como "saludo devocional" o, más exactamente, "entrega devocional". En particular hace referencia al espíritu y la actitud hacia el maestro por parte del discípulo, como buen recipiente del Dharma .

La práctica de la postración es recurrente en todas las culturas tradicionales, realizada de muy diversas formas, alimentada siempre con ese espíritu de entrega y reverencia contenido en los ideogramas anteriormente descritos. Sin embargo, en nuestra sociedad actual existe cierta tendencia al rechazo hacia cualquier expresión devocional, derivado en parte de nuestra herencia judeocristiana y de nuestra historia colectiva remota y reciente. El movimiento liberal, interpretado desde la óptica del paradigma cartesiano-newtoniano, parece entrar directamente en conflicto con lo que aparenta ser el sometimiento a una determinada autoridad o poder superior.

Esto puede apreciarse incluso en estudiantes sinceros, quienes, en los comienzos de la práctica, no pueden evitar sentirse afectados por estos patrones educacionales inconscientes. El ego, en su permanente lucha de auto-apuntalamiento, puede sentirse en cada gesto, y de un modo particularmente notoria en la práctica de sanpai .

Hemos hablado del espíritu de devoción que perfuma y alimenta la práctica de sanpai . Desde este punto de vista podría decirse que sanpai es una práctica de bhakti yoga . Mediante el gesto de la postración rendimos homenaje a todos los Maestros de la Transmisión, de los que recibimos su ejemplo y su enseñanza fresca y actualizada a través de los siglos. Expresamos devoción, no en un sentido de sumisión infantil, sino de reconocimiento e infinita gratitud. Gratitud hacia los Maestros por haber dedicado su vida a la realización y transmisión del Dharma ; gratitud hacia la vida por habernos concedido forma humana y habernos dotado de esa chispa que nos ha llevado hacia el corazón mismo de la práctica de Vía; gratitud hacia este Instante Presente en el que tenemos la inestimable ocasión de hacernos maravillosamente conscientes de lo que somos.

Haciendo sanpai hacemos descender la parte más alta y digna de nuestro cuerpo, la cabeza, y dejamos que tome contacto con la tierra. Situamos nuestra parte más alta al mismo nivel que los pies de nuestro Maestro, dejando al descubierto uno de nuestros puntos más débiles, la nuca. Con esta actitud nos desprendemos de nosotros mismos, terminamos por arrancarnos los últimos jirones del ropaje que disfraza al personaje que creemos representar en el mundo. Derrumbamos todas nuestras defensas, todos nuestros puntos de vista adquiridos, y reconocemos que existe una Verdad Divina que trasciende y traspasa al pequeño yo que nos hemos construido para movernos por el mundo.

Así, en esta postura tan hermosa, las barreras del ego tienden a disolverse y una deliciosa sensación de humildad se instala en nuestros corazones, dándonos cuenta de nuestra diminuta y fútil posición en el vasto río de la Existencia. De esta manera, a través de una profunda fe y confianza básica, nos volvemos transparentes y permeables para que la Enseñanza nos traspase y nos empape.

Propiciado por este humilde reconocimiento de nuestra pequeñez e insignificancia, nuestra Verdadera Grandeza y nuestra Verdadera Identidad se manifiestan como realidades que van mucho más allá de nosotros mismos. Nuestro espíritu nos guiña el ojo y nos da la bienvenida a casa.

La práctica de sanpai es al mismo tiempo un excelente ejercicio de hatha yoga . Practicado correctamente y al ritmo adecuado, tonifica los músculos y las articulaciones de las piernas y de la espalda; y contribuye a mejorar el equilibrio y la coordinación psicomotriz. Teniendo esto en cuenta, el ejercicio debe practicarse prestando máxima atención al movimiento; visualizando y poniendo consciencia en cada gesto. De igual forma se debe prestar atención a la respiración. Ésta debe acompañar y acompasar como un diapasón cada uno de los movimientos. De esta manera, la energía se moviliza a través de los diferentes meridianos o canales, las tensiones se liberan, y el practicante vuelve a sentirse en unidad con su propio cuerpo y sus propias pulsiones básicas.

Desde un punto de vista arquetípico, la práctica de sanpai tiene una significación muy hermosa. El Ser Humano, erguido sobre sus dos patas traseras, dotado de consciencia y proyectado hacia el Padre Cielo, reconoce todo su recorrido evolutivo y se postra ante la Madre Tierra.

En la noche de los tiempos, el Kosmos, se encontraba sumido en el oscuro océano de la indiferenciación y de la inconsciencia. Pero en ese caldo pleromático flotaba la simiente de la consciencia, de donde comenzaron a emerger los primeros seres proto-humanos. De manera temerosa, los primeros seres abrieron los ojos y con asombro, respeto y veneración comenzaron a contemplar la luz que bañaba la Creación.

Al principio existía mucho miedo; miedo a la Gran Madre al mismo tiempo Nodriza y Devoradora, miedo a la gigante e inconmensurable Naturaleza. Y existía la irrefrenable tendencia a volver a fundirse con ella y morar eternamente en el cálido océano de la ignorancia. Pero la chispa de la Conciencia ya había brotado, el hijo pródigo de la Creación había sido desterrado del Útero Cósmico; se había iniciado el Camino del Héroe que desafiaría al Destino, se liberaría del yugo de la Gran Madre, y elevaría sus sueños hacia el Cielo.

Ese es el recorrido que el practicante recuerda una y otra vez cada vez que asciende desde la postura postrada en tierra a la dignidad y elegancia de la postura erguida, con su coronilla apuntando al Cielo y los ojos oteando el horizonte.

En el momento en que el Héroe toca el cielo, el Kosmos puede contemplarse por primera vez a sí mismo. Bañado en una eterna sonrisa, puede gozar de las flores, de los lagos, de las galaxias, de los sueños y del amor... El Hombre toma consciencia de que su verdadero hogar nunca ha dejado de cobijarle en todo su viaje, que nunca ha abandonado a la Madre Tierra, que nunca ha dejado de volar por el Cielo, que nunca ha dejado de crear con el pincel de sus sueños el vasto mundo que se expande frente a sus ojos. De esta manera se regocija de ser flor, pájaro, nube o estrella; se estremece con cada suspiro del viento y se deja disolver en el destello luminoso de la pura luz sin forma que siempre fue, para desde ahí volver a recrear la danza del mundo a su antojo.

Y así, este eterno proceso de manifestación-disolución; de nacimiento-muerte-renacimiento, lo "recordamos" cada vez que nos postramos y nos erguimos tres veces, treinta y tres veces, un número infinito de veces.

Pero, llegados a este punto, ¿quién se postra ante quién?

Después del largo Camino, tras la victoria de Luz sobre la Oscuridad, tras el redescubrimiento de su no-partida y no-llegada, tras la realización del no-nacimiento y la no-muerte, el Kosmos se reconoce con júbilo y se postra ante Sí Mismo, para volver a perderse nuevamente en su Eterno Juego.

Muhaken
(Nota: Puedes hacer uso de este texto como bien creas de debes hacerlo. Puedes copiarlo o reproducirlo en otros sitios. Si decides hacer esto, tan sólo te ruego tres cosas; que el texto permanezca inaleterado, que pongas un enlace hacia este blog, y que no lo imprimas a no ser que sea estrictamente necesario.)

Ahi quiero verte

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Ahí estás;
volando en tus sueños.

Arropada por las sábanas
de mi vida.

Ahí estás,
pequeña caricia mía.

Bajo mis besos;
quieta y dormida.

Brotando del mar,
sirena de amor,
con lágrimas
que huyen del destino.

Limpia y suave;
libre de tapujos mundanos.

Siempre tú,
estrella de calor;
brisa del fresco
día desnudo.

Ahí estás;
salvando el cerco de los cuerpos.

Ahí quiero besarte;
quiero bañarme en tu aroma.

Ahí quiero desvestirte
de perdidos caminos.

Te quiero abrazar.

Quiero sentir en tus manos
una nueva pasión.

Quiero ir a ti.
Quiero bailar en la
inmensidad de tu frescura.

Sin miradas perdidas.
Sin pensamientos
que se escondan en tus ojos.

Ahi estás...
quieta y dormida
en el lecho de mis brazos.

Ahí quiero verte;
donde te despojas del miedo
y enseñas toda tu verdad.

Ahí quiero ver tu hermosura;
donde el hoy no muere;
donde el calor huye del pecado.

Ahí estás, pequeña mía.

Ahí quiero verte,
¡amor mío!

Muhaken

Que el adversario desista

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Ante un oponente nunca levantes la mano el primero, a no ser que sea absolutamente necesario hacerlo. Entonces, que tu intención no sea matar o herir, sino solamente bloquear su ataque. Si el oponente continúa, podrás adoptar una actitud tal, que le muestre que lo mejor sería que desistiera.

Por: Gichin Funakoshi
Maestro de Karate-Dô

¿Será Verdad?

Te volví a sentir;
ahora más que nunca.

En la negrura
del abismo que nos divide.

Volví a volar con el fantasma
que crea una ilusión que renace.

Regresó el aroma que surge
con el amor que brota.

¿Será verdad que te has reconocido
en el fondo de mis ojos?

¿O volverán a sonar
los acordes del silencio?

Muhaken

miércoles, 25 de junio de 2008

Ceremonias Zen. Breves Apuntes.

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Tanto en los templos Zen como en los centros de ciudad, suelen celebrarse ceremonias como parte de la práctica. ¿Cuál es el sentido de estas ceremonias? ¿En qué consisten? ¿Cómo integrarlas a la luz de nuestra práctica y estudio de zazen?

En la vida cotidiana del templo Luz Serena, raíz de la Comunidad Budista Soto Zen española, así como durante los períodos de sesshin, se celebran dos ceremonias al día: una después del primer zazen de la mañana y otra después del último zazen de la noche. Este mismo modelo es el que se sigue en los centros urbanos.

Existen otras muchas clases de ceremonias y ritos más complejos en el seno de la Sangha, en los que no vamos a entrar en estos pequeños apuntes, ciñéndonos únicamente a comentar las que tienen lugar en el día a día. No obstante, todos estos rituales, desde los más simples hasta los más complejos, tienen en común el erigirse como puentes entre el mundo condicionado de los fenómenos y el mundo incondicionado de lo absoluto.

Para realizar mi exposición, voy a basarme en el tipo de ceremonia que se realiza por las noches, aunque las mismas nociones son, por supuesto, aplicables a las que se celebran por las mañanas.

Durante la ceremonia es muy importante mantener un estado de conciencia despierto y lúcido que se ha generado durante zazen. Esto es, tratamos conscientemente de mantener ese estado de atención penetrante, de manera que no se produzcan pérdidas de energía a través de la relajación y de la dispersión mental que tiende a generarse cuando se deshace la postura.

En las ceremonias debemos sentarnos en la postura tradicional de seiza, con la espalda recta y el mentón recogido. Una postura conocida en el yoga como “el diamante”. El cuerpo debe estar relajado, con una ligera tensión en la línea imaginaria que un al punto situado dos dedos por debajo del ombligo, conocido en Japón como “hara” o “kikai tanden”, y otro punto situado en la espalda, entre los dos riñones, denominado por los taoístas “Puerta de la Vida” (Ming Meng)

La recitación debe surgir del fondo de nuestro vientre, pero sin forzar, llevando la espiración hacia su límite natural, seguida sin pausa de una inspiración corta y profunda. No deben realizarse modulaciones de voz según los matices de nuestra personalidad. Todas las voces deben quedar perfectamente fundidas en el ritmo y en el tono del grupo, de tal manera que, en la medida de lo posible no se pueda distinguir de quién proviene cada voz. El grupo entero debe alzarse en una sola voz, en un solo verbo, como si se tratara de una llamarada alimentada por muchas lenguas de fuego. Cada uno de los individuos representa un canal, un meridiano a través del cual fluye toda la energía del cuerpo universal que somos. Debemos derramar todo nuestro ser, todo nuestro corazón, toda nuestra conciencia en la recitación, lo mismo que hacemos en el silencio de zazen. El verbo y el silencio vibran juntos en el diamantino vacío.

Las sílabas deben pronunciarse correctamente, pero no debe haber rupturas entre una sílaba y otra. La recitación debe ser fluida y cada sílaba debe sonar de manera semejante al mantra OM OM. OM OM, sin interrupción entre ellas. Si alguien escuchara la recitación desde la lejanía debería oír un sonido semejante al de un enjambre de abejas.

En las ceremonias Zen se utilizan una serie de instrumentos. Debemos tomar plena conciencia del sonido que despliegan los mismos, del silencio que se produce entre cada sonido y del efecto que provocan en nuestra conciencia; y sentirlos como voces que nos hablan del mismo núcleo de nuestro Ser.


Tenemos el mokugyo, el tambor que marca el ritmo de las recitaciones. El mokugyo representa el corazón de la Sangha , nuestro corazón, centro de todas nuestras emociones, que ahora entra en sintonía con el corazón de todos los seres. El corazón representa e invoca a la compasión, la empatía, la capacidad intrínseca que tiene el ser humano de percibir el sufrimiento y la aflicción de todos los seres sensibles.

Con cada golpe de tambor, con cada latido de nuestro corazón común, disolvemos todo aquello que nos separa y que nos aísla de los demás y también de nosotros mismos. Disolvemos todo aquello que nos separa del sufrimiento, la aflicción, la soledad y el miedo, pero también de la alegría, la dicha y la felicidad sin objeto; ya que, si cerramos nuestro corazón al sufrimiento, estamos también cerrándole la puerta a la felicidad.

El responsable del mokugyo debe poner todo su corazón, en marcar el ritmo de la ceremonia. El ritmo que él marque, la vibración que él imprima será aquella con la que el resto de los participantes sintonicen. Su responsabilidad es muy grande por lo que deberá abandonar todo aquello que traiga consigo, todo su karma negativo, todos sus condicionamientos y… abrir su corazón.

La gran campana de ceremonias, el keizu, representa la Conciencia. La conciencia como vehículo de Sabiduría y cualidad del ser humano para darse cuenta de la realidad tal y como es. El poder innato que le ha sido concedido al hombre para rasgar los velos de la ilusión, de la ignorancia, del oscurecimiento, del amodorramiento, y poner luz allí donde hay oscuridad. Cada campanada representa también una toma de conciencia, un instante de visión correcta (shoken), cuya reverberación va diluyéndose hasta desvanecerse en el silencio y la oscuridad, a no ser que una nueva campanada, un nuevo instante lúcido vuelva a despertarla.

La Conciencia en mayúsculas también puede entenderse como la Mente Única, la Clara Luz del Ser, aquello que está más allá de lo manifestado y de lo no manifestado, el sustrato último de la existencia, la matriz ontológica de donde surgen todos los fenómenos y manifestaciones, y en donde todo ello se desvanece. Es el mar del que brotan todas las olas. Es el aire del que surgen todos los vientos. El responsable del keizu debe poner toda su atención, toda su conciencia y todo su ser en ofrecer un tañido limpio, sereno y dulce. Debe hacer sonar la campana en el momento adecuado, ni antes ni después, sino en el momento justo.

Corazón y Conciencia, Compasión y Sabiduría: las dos alas del águila que representa el despliegue completo de nuestra plena potencialidad en tanto que seres humanos.



La campana pequeña recibe el nombre de “inkin”. Marca los movimientos del maestro en el dôjô o, en su defecto, del oficiante de la ceremonia, así como de los participantes. La cadencia de ritmo cambiante, llamada “ichikato", que se realiza justo antes de las postraciones, representa a mujo , la impermanencia de todos los fenómenos, de todos los ritmos y de todas las manifestaciones.

En la primera parte de la ceremonia recitamos el Maka Hannya Haramita Shingyo, o Corazón del Sutra de la Gran Sabiduría. Un sutra es un texto antiguo que contiene enseñanzas dadas por el Buda Shakyamuni o por otros grandes maestros y recopiladas por sus discípulos. El Maka Hannya Haramita Shingyo es el texto Zen por excelencia. Se recita en todo tipo de ceremonias, tanto en las del día a día, como en las especiales. Este sutra es el único que tienen en común todas las escuelas de budismo japonés, tales como las Rinzai, Obaku, Shingon, Tendai, Nichiren, Jodo, así como otras escuelas del budismo tibetano y del budismo Mahayana. El Sutra de la Gran Sabiduría nos ofrece una enseñanza acerca del vacío (jap. ku ;skrt. sunyata ), de la Verdadera Naturaleza de nuestro Ser Incondicionado, el origen y fin de toda manifestación. Es el corazón mismo de la doctrina del budismo en general y del Zen el particular.

El siguiente texto que se recita es el Yenmei Yuku Kannon Gyo . Se trata de un darani, no de un sutra. Un darani no contiene las enseñazas del Buda ni de ningún otro maestro. Es una especie de mantra largo o letanía recitado rítmicamente con el fin de invocar ciertas cualidades, en algunas ocasiones representadas iconográficamente por budas o boddhisattvas arquetípicos. En esta ocasión la invocación es hecha al Bodhisattva Kanzeon (Avalokitesvara en sánscrito, Chenrezi en el budismo tibetano, Kuan Yin en el budismo chino), o… a Virgen María en la tradición cristiana. Cuando recitamos este darani, pretendemos despertar, pues, a la Compasión.
Al final de cada recitación se realizan tres invocaciones:

“Todos los Budas de los Tres Mundos y de las Diez Direcciones
Todos los Boddhisattvas, Mahasattvas y Patriarcas
Maha Prasjña Paramita ”


Esto es muy difícil de explicar en pocas palabras, así que debemos hacer un esfuerzo por ir más allá de los conceptos y de las categorías.

“Todos los Budas de los Tres Mundos y de las Diez Direcciones”

Aquí, alineamos nuestro espíritu de tal forma que traemos al presente todos los seres espiritualmente realizados: los maestros, los budas de todo el espacio y el tiempo, de tal manera que nos sirvan de inspiración y de aliento. Conectamos con la energía de nuestro linaje del que somos último eslabón, y con nuestro maestro, nuestro guía espiritual con quien mantenemos un vínculo especial, independientemente del espacio y del tiempo que nos separe de todos estos seres.

Esto, como todo, también guarda escondido un significado mucho más profundo. Hace referencia a la dimensión de la Mente Única que se manifiesta como formas, fenómenos, emociones, pensamientos, mundos, encarnaciones, espacio infinito, planetas, galaxias… Vibraciones de la Mente Única que se agrupan y condensan en los cinco agregados de la individualidad, generando infinidad de dharmas que vibran en el vacío.

A esta manifestación fenomenal de la realidad, se la conoce en el budismo como “Nirmanakaya ”, o “Cuerpo Visible del Buda”, la manifestación visible de la conciencia. En el cristianismo se la conoce como “el Hijo”, o el “Cuerpo de Cristo”. En el taoísmo se la conoce como energía “yin”, energía de la Tierra, que entra en la órbita microcósmica a través de un punto situado en el perineo llamado “Hui Yin ” o “Puerta de la Vida y de la Muerte”; y que se almacena en el tan tien medio, a la altura del ombligo. A esta energía se la conoce también como “ching ”.

Con esta invocación también conectamos con nuestro ser condicionado, nuestro cuerpo físico, nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestro sufrimiento fruto de la ignorancia, la relación con nuestro entorno, nuestro pasado, nuestras expectativas, la estructura de nuestro carácter… nuestro yo limitado y mortal… Tomamos conciencia de que somos todo eso… pero no somos solamente eso…

“Todos los Boddhisattvas, Mahasattvas y Patriarcas ”
Aquí invocamos y atraemos a nuestros arquetipos trascendentes y transpersonales que representan las más altas cualidades de la Humanidad como colectivo, no como individuos, y que vienen representados en el budismo por figuras arquetípicas tales como: Kanzeon Bosatsu, que evoca la compasión; Monju Bosatsu; que representa a la Sabiduría; Fugen Bosatsu, que representa a la Luz Infinita, etc.

En un sentido más profundo, hace referencia a la cualidad luminosa de la Mente Única, a la vibración no manifestada creadora de mundos, pero justo antes de que hayan sido manifestados. La vibración de la que surgen las emociones, los pensamientos, el cuerpo, la mente… Una vibración luminosa aún no manifestada y aun no marcada por las tendencias del apego, el rechazo, el sufrimiento, el placer, la claridad, la oscuridad. Una luz de felicidad y de gozo, como un amanecer púrpura que canta el principio de la rueda de la vida.

A esta manifestación de la realidad se la conoce en el budismo como “Samboghakaya ”, o “Cuerpo de Luz y Gozo”. En la tradición cristiana se la conoce como “Espíritu Santo”. En el taoísmo se la conoce como energías “chi ”, que entra por un punto situado en el entrecejo, llamado “Ying Tang”, el “Palacio de Cristal”, que baña la mente; y “shen”, que entra por un punto de la coronilla llamado “Bai Hui”, “Cien Encuentros”, el cual fortalece el alma y el espíritu, almacenándose ambos en el tan tien superior. Coincide también con el mundo de las Ideas de Platón.

Con esta invocación conectamos con nuestras cualidades arquetípicas de Verdad, Bondad, Belleza, Felicidad y Gozo Incondicionados, con sus semillas antes mismo de que se manifiesten en el mundo de las formas, antes de que circulen por nuestro cuerpo y nuestra mente y se vean teñidos por nuestro karma. Tomamos conciencia de que también somos esas cualidades Universales… pero… no somos sólo eso…

“Maha Prasjña Paramita”

Maka Hannya Haramita, en japonés antiguo. La última de las invocaciones. Es la Gran Sabiduría que supone la toma de conciencia de la verdadera naturaleza de la realidad y de lo que somos; el origen y el fin del “Anillo de la Vía”. No es ni lo manifiesto ni lo no manifiesto. No tiene ni forma, ni no-forma. Está más allá de los conceptos. Es la Clara Luz, el vacío insondable de donde surgen todas las manifestaciones. Es esencialmente perfecto, porque está más allá de la perfección y de la no perfección, de la pureza y de la impureza. Es lo que somos, no como conjunto de yoes, sino lo que SOMOS realmente, con mayúsculas. ES lo que ES. Ku, sunyata, vacío. Como decía San Juan de la Cruz al final de su ascensión al Monte Carmelo: «Nada… nada… nada…»

En el budismo se le conoce como “Dharmakaya”, el “Cuerpo del Dharma ”, el sustrato de la Verdad, que incluye al Nirmanakaya y al Samboghakaya . En el cristianismo se le conoce como “el Padre”, como “Dios”, el origen y final del Misterio de la Trinidad. En el taoísmo se le conoce como “Wu Chi ”, o “ Tao ”, la Totalidad, lo que ES. Como decía Lao Tse: «El Tao que puede ser nombrado no es el Verdadero Tao.»

Estas tres invocaciones pueden resumirse en la definición del maestro Dogen acerca del estudio del Zen:

“Estudiar el Zen es estudiarse a sí mismo.
Estudiarse a sí mismo es olvidarse de sí mismo.
Olvidarse de sí mismo es hacerse uno con todas las existencias. ”

En primer lugar Dogen Zenji dice: «Estudiar el Zen es estudiarse a sí mismo. » Hacerse uno con el Nirmanakaya ; estudiar y sanar el cuerpo físico, mental y emocional; y alinearnos para proseguir el estudio de lo que realmente somos, con voluntad, dedicación y devoción. Esto es, “creer en Dios”.

Pero el camino no se detiene ahí. Dogen añade: «Estudiarse a sí mismo es olvidarse de sí mismo.» Dejar fluir el Samboghakaya , la Verdad, la Bondad, la Belleza, la Compasión, la Felicidad arquetípicas, transpersonales, universales, mucho más allá de los conceptos y matices individualistas. Es, como decía Jung, «conocer a Dios en persona». Pero tampoco hay que detenerse aquí.

Dogen concluye diciendo: «Olvidarse de sí mismo es hacerse uno con todas las existencias .» Fundirse en el Dharmakaya , fundirse en la Clara Luz, reconocer lo que realmente somos, y liberarnos definitivamente de la rueda del samsara . Esto es, “ser Dios”, lo que siempre hemos sido.

Es muy importante no realizar las invocaciones de manera mecánica e inconsciente. Tampoco hay que pensar en todo lo que he comentado hasta este momento… sencillamente hay que olvidarlo todo, absolutamente todo y fundirse con la invocación.

De la misma forma, después de la recitación de un sutra y de un darani , se realiza lo que se llama “el ofrecimiento” o “Eko”. Después de todo el proceso alquímico que hemos desplegado, mediante el ofrecimiento vehiculamos el flujo de la energía generada durante zazen de vuelta a su origen.

Ofrecemos los méritos que hemos generado en la práctica a los maestros de la transmisión, a nuestros familiares y amigos, a todos los seres sensibles amigos, y no amigos: queridos y no queridos; conocidos y no conocidos; y no perdemos la perspectiva de la interrelación y la interdependencia que mantenemos con todas las existencias y que han propiciado que ahora nos encontremos en este momento tan propicio y en este lugar sagrado. Dedicamos la práctica al bien de todos los seres, sin dejar que brote ninguna noción de que hay alguien ofreciendo nada a nadie. Todos estamos inmersos en el mismo y único proceso evolutivo y somos fruto de él. Es esta evolución la que nos ha llevado a la práctica espiritual. Dejemos marchar toda noción de autocomplacencia…

Gracias a la ceremonia, realizamos el camino de retorno a casa. Hemos subido a la misma cima de la montaña del Puro y Diamantino Samadhi, pero ahora debemos bajar de vuelta al mercado del pueblo como testigos y mensajeros de lo que hemos visto; expresándonos en un lenguaje inteligible para las personas del mundo. No tiene sentido que nos quedemos enajenados en la beatitud de la contemplación. Ahora hay que volver a la huerta a sembrar patatas y a beber agua del botijo… pero sin perder la perspectiva de lo que hemos visto.

De esta manera cerramos el círculo. Hacemos circular la energía de vuelta a la Tierra, después de haberla transformado y reciclado a través de los meridianos que cada uno de nosotros constituimos, recorriendo toda la órbita microcósmica del Cuerpo Unitario que somos.

La ceremonia es una fiesta, un canto de victoria. Celebramos que hemos vuelto a casa y les contamos a nuestros seres queridos lo que hemos visto en nuestros viajes. A veces nos expresamos con cuentos y parábolas; otras veces con discursos o el silencio; o mediante un comportamiento moral justo, un bofetón o una sonrisa. También en forma de enseñanzas del Dharma y teniendo siempre en cuenta el nivel de conciencia de quien nos escucha. Con Compasión y Sabiduría. A través de la ceremonia hacemos el voto de dar siempre lo mejor de nosotros mismos.

El espíritu de la ceremonia queda muy bien representado por uno de los hexagramas del I Ching, el Libro de las Mutaciones; concretamente el hexagrama Chia Jen, el clan, la familia, la comunidad. Este hexagrama está compuesto por el trigrama inferior, Li, el Fuego, y el trigrama superior Sun, el Viento: “El viento que surge del fuego”. El fuego simboliza el calor interior, el calor generado por la armonía y la belleza de las relaciones. Es cada ser, cada dharma, cumpliendo perfectamente su función desde su posición dentro de la globalidad. Son los miembros de una familia, los miembros de la Sangha , ciudadanos, seres humanos, seres vivos, seres planetarios, planetas, galaxias, átomos… Cuando cada uno de nosotros sigue su ritmo natural, sigue el Órden Cósmico Fundamental, entonces brota ese fuego interno con capacidad para irradiar a su alrededor; lo cual viene representado por el viento, el influjo. Cuando nos posicionamos en nuestro lugar natural, todo el cosmos se posiciona a su vez en donde le corresponde; y entonces hay armonía y dicha. Ese es nuestro trabajo, generar el fuego del hogar y repartirlo a los cuatro vientos y en las diez direcciones para el bien de todas las existencias.

Este espíritu es una buena manera para disponerse a vivir la ceremonia. Hagamos que las semillas que broten con nuestra práctica se esparzan por el mundo como dientes de león, sin reservas de ningún tipo. No nos queramos quedar con nada. Al fin y al cabo, no hay nada que obtener.

Muhaken

(Nota: Puedes hacer uso de este texto como bien creas de debes hacerlo. Puedes copiarlo o reproducirlo en otros sitios. Si decides hacer esto, tan sólo te ruego tres cosas; que el texto permanezca inaleterado, que pongas un enlace hacia este blog, y que no lo imprimas a no ser que sea estrictamente necesario.)






Frases Quemadas

Deambulando;
por la ladera del laberinto,
a un paso de la carretera mojada.

Sangrando;
por los poros del murciélago,
canciones agudas en la mente.

Nadando;
por aguas de cristal,
sin oir al anciano mudo.

Muriendo;
con los cuatro ojos;
destello del horizonte;
destello turbio.

Esperando en el cruce.
Anhelando una visión.

Saboreando manzanas agrias.

Implorando;
un grito blanco en la cuneta.

¡Traicionado por la luz!

Muhaken

Dirigir al enemigo

.
La verdadera Vía de las armas consiste en, no solamente en neutralizar al enemigo, sino en dirigirlo de tal forma, que abandome voluntariamente su espíritu hostil.

Morihei Ueshiba
Maestro Fundador del Aikido Aikikai

El Baile de las Estrellas

¿A dónde vas
pequeño, rey?

Piensa en el vuelo libre
de los cometas al morir.

¿Sueñas, mariposa
de nueve alas?

No es la vida
quien escarcha la mirada.

¿Vives?

Es el mundo de las letras
el que enjuga tu sollozo.

¿Y las estrellas, brillan?

Sí, las estrellas lloran
en su noche feliz.

Las estrellas gimen
de placer con el fuego
de su líbido.

¿Y tú?

Toca el cielo con pecado;
baja al infierno de amor.

Abre la ventana y mira...

¿Lloras?

Ya lo harás...

Muhaken

Las Artes Marciales juegan con la muerte

Las Artes Marciales juegan con el peligro, con la muerte misma, con el sufrimiento. A través de entusiasmos y decepciones; de orgullos y de humillaciones; de esfuerzos y de laxitudes, el hombre se encamina hacia su propia libertad física y mental; material y espiritual.

J.L. Jazarín
Maestro de Judô

martes, 24 de junio de 2008

EL SER

.
El río de la Vida;
es la angustia de un Ser
que teme desaparecer.

El viento llora;
al tocar ojos
del rostro quieto;
del frágil Ser.

Blandiendo el mojado fuego;
y la sangre seca;
alimenta el Ser,
su quimérica guerra santa;
contra el No Ser.

Y sientiendo los arroyos fluir;
al crepúsculo envolver el día;
a los océanos salpicar
de melodía la noche...

Aúlla un de dolor un Ser;
Que teme desaparecer.

Muhaken

Transmitir las Artes Marciales

"El verdadero practicante de las Artes Marciales, el Budoka, no es aquél que se contenta con dominar la técnica, sino aquél que enseña lo que ha aprendido.

Aquél que no quiere enseñar no es un Budoka: toma la técnica, pero no sigue la Vía."

Minoru Mochizuki
Maestro de Budô

viernes, 20 de junio de 2008

NO SERÁ LO MISMO

Dentro de un instante;
del tamaño de un eón.

Sentiré su aroma;
casi creeré tocar su halo.

Sentiré la pueril magia
que encandila todos los dogmas.

La paz será dragón;
y el sentimiento, piraña.

Lloverán margaritas
que serán devoradas
por hidras sanguinarias.

Regresaré al bello
manantial ácido.

Pero ya no es lo mismo.

Ahora moro en las aguas
de la otra orilla;

Y nunca más será lo mismo.
Nunca más...

Muhaken

jueves, 19 de junio de 2008

INSIGHT




Un manto de lluvia cae sobre la ciudad, limpiándola, purificándola, envolviéndola implacablemente con su fresco y suave perfume. Poco pueden hacer los pequeños seres humanos para contener este aluvión de vida, este cántico sereno e inefable, con el que la naturaleza nos obsequia, nos bendice.... sin intención, sin voluntad, sin conciencia de sí, pero absolutamente contundente. Así es el devenir del Cosmos; ajeno a nuestros efímeros intereses, a nuestros diminutos anhelos, deseos y sueños. Que mejor enseñanza nos puede ofrecer un Maestro que aquella que cala hondo en nuestros huesos y en nuestra carne; como el agua de este diluvio que limpia toda noción de grandeza que mora en nuestros corazones. Y sin embargo, que grande es abrirse a este sublime momento y dejarse ser, tan pequeño e insignificante, tan inexistente, como una pompa de jabón que vuela libre por el cielo de la impermanencia, tan vacío como el incienso que perfuma el altar de nuestra consciencia.

Por momentos, la gente se arremolina en la salida de los bares, de las cafeterías, en los portales de las casas, o en las ventanas.
Contemplan absortos la caída del agua, las riadas en las calles, con estupor y con admiración. Sin saberlo, desde lo mas hondo de si, sienten la llamada del Padre Cielo y de la Madre Tierra; y los reconocen con gozo y júbilo. De forma inconsciente sienten una íntima conexión con todo aquello que vas más allá de lo que creen ser. Se reconocen a sí mismos y a sus orígenes fluyendo entre las gotas o entre los remolinos. Por unos momentos desaparecen las personas, las mentes y las ilusiones... sólo queda una Mente Unica que magistralmente sintonizada, vibra y se observa a sí misma, siendo feliz de ser lo que es, en este instante que lo abarca todo.
Aunque sólo sea por unos segundos, o unos minutos, estas personas, estos niños, estas flores, estos edificios, estos Budas o estos Dioses, han abierto el cofre del tesoro que guardan bien escondido en su pecho; se han abierto a la totalidad de este Instante Eterno, rindiendo homenaje a lo que son y a lo que siempre han sido.

Es una estrella fugaz, un destello de luminosidad. Probablemente, para la mayoría, ni siquiera logre franquear el umbral de la consciencia. Pero aunque ellos se pasen siglos negándolo, durante una milésima de segundo, han sido felices, han subido al Cielo, han alcanzado el Satori, han muerto y han renacido, han volado con los Angeles, han encontrado el Santo Grial... no importa como nombremos a lo innombrable.
Si ellos supieran... si ellos tomaran conciencia de lo felices que han sido en ese microsegundo, si percibieran la ausencia de problemas, pensamientos turbulentos y frustraciones que había en ese mota de polvo temporal... si se dieran cuenta realmente, sus vidas jamás volverían a ser las mismas...
Y un microsegundo después... una vida nueva comienza, sin detenerse un instante. Una bocina, un semáforo en verde, coches arrancando, personas corriendo... La rueda de la vida sigue sin detenerse jamas, sin anclarse en la beatitud, sin complacerse de ver el rostro de Buda. El vacío se llena hasta la médula de fenómenos, que lo saturan todo, hasta el ultimo y recóndito paraje de la conciencia. Así es la Eternidad. ¡Imposible de atrapar!

Ante esta sublime enseñanza, miro al Padre Cielo, y me postro sobre la Madre Tierra, diciendo: ¡Gracias Maestro!

Lluvia clara;
tú que peinas con límpido aroma
nuestras laceradas almas.

Tú que azotas con brío
los paramos de la ignorancia.

Tú que devastas las áridas cumbres
abrigadas por las ilusiones.

Lluvia clara
Redímenos a aquellos
que contemplamos nuestro rostro en el espejo
Y seca las lágrimas
que enjuician y condenan nuestra existencia

Muhaken

(Nota: Puedes hacer uso de este texto como bien creas de debes hacerlo. Puedes copiarlo o reproducirlo en otros sitios. Si decides hacer esto, tan sólo te ruego tres cosas; que el texto permanezca inaleterado, que pongas un enlace hacia este blog, y que no lo imprimas a no ser que sea estrictamente necesario.)